REBELLION AND RESISTANCE IN THE IBERIAN EMPIRES, 16TH-19TH CENTURIES.

Zarabanda/Çarabanda (ES) | Sarabanda (PT)

Author: Lucía Uncal

Affiliation: Universidad Nacional de La Plata

https://doi.org/10.60469/x24d-k693

Podemos entender a la sarabanda como un tipo de baile, texto y música, originado en el siglo XVI, que se desarrollaba en las comedias y las festividades populares.  No se desarrollará en esta entrada la versión cortesana, difundida entre el siglo XVII y XVIII, ya que sus características y usos responden a una apropiación elitista del baile. Una temprana definición de sarabanda se encuentra en el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias en donde se la describe como “carabanda, baile bien conocido en estos tiempos, sino lo hubiera desprivado su prima la chacona: es alegre, y lascivo, porque le haze con meneos del cuerpo descompuestos, usose en Roma, en tiempo de Marcial, y fueron autores dêl los de Cadiz, y baylavan las mujeres públicamente en los teatros, cuenta de un Romano que aviendose deshecho de una esclava, dicha Thelefina, de allí algunos días la vio baylar la carabanda, y qedó tan enamorado de ella, que la volvió a comprar por el precio que le quisieron pedir, libro 6, epígrafe 7. Aunque se mueven con todas las partes de cuerpo, los bracos hacen los mas ademanes, sonando las castañetas, que esso parece significar la palabra crusmata, según nota Dimicio, comentador de Marcial. La palabra carabanda, es Hebrea, del verbo cara que vale esparcir, o cerner, ventilar, andar a la redonda, todo lo qual tiene la que bayla la carabanda que cierne con el cuerpo a una parte, y a otra, y va rondeando el teatro, o lugar donde bayla, poniendo casi en condición a los que la miran de imitar su movimientos, y salir a baylar, como se finge el entremes del alcalde Navalpuerco” (Covarrubias 1611: 362).

Una definición muy similar, la cual puede ser subsidiaria de la recientemente mencionada, es la del Vocabulario Portuguez e Latino de Rafael Bluteau: “banda, ou çarabanda. Derivase de Sarao, que he Bayle, ou de hüa Comedianta chamada Sarabanda, ou (como querem outros) do Hebraico Çara, que val o mesmo que Deytar de hüa parte para outra, Andar em redondo, & c.) acções proprias de quem bayla a sarabanda, porque menea os braços, & o corpo tangendo as castanhetas, & anda rodeando a casa, em que bayla. He dança alegre, & lasciva, & há opinião, que as mulheres de Cadiz a inventàrão, que se usàra em Roma em tempo de Marcial, & que fallàra o dito Poeta nesta dança no livro 6. Epigram. 7.§ Edere lascivos, & Baetica crusmata gestus,§ Et Gaditanis ludere docta modis.§ O mais certo he que os Mouros trouxerão esta dança a Granada. Saltatio numerosa, quam Sarabandam vocant. Proverbialmente dizemos, Não val às Coplas da Sarabanda” (Bluteau 1720, vol 7: 494-495, 2-1).

En los diccionarios publicados por la Real Academia Española en 1739 (561,1), 1780, 1783 (963,3) y 1791 (863,2) encontramos una definición que aporta otros aspectos del uso posible de la palabra “zarabanda”. La entrada de 1780 reza: “teñido, y danza viva y alegre, que se hace con repetidos movimientos del cuerpo poco modestos. Petulans saltatio. Zarabanda., Por extensión se llama cualquier cosa, que cause ruido, bulla, ó molestia repetida. Tumultus, strepitus” (RAE 1780: 949, 1).
La escandalosa extensión de este baile en el corazón de la Castilla postridentina implicó para los moralistas contemporáneos la necesidad de otorgarle a la sarabanda un origen temporal y espacial lo más lejano posible. Así, se intentaba explicar su aparición en la contaminación producida por “los otros” con quienes se tenía contacto: los pueblos nativos de América (Historia de las Indias de Nueva España de Diego Durán, citado en Juan Carvajal, 2010: 160), la disoluta Roma (Covarrubias 1611: 362), la Andalucía mora (Bluteau 1720). Así, aunque el origen es difuso, los estudios más actuales se inclinan por afirmar que se trata de un baile que se consolida a mediados del siglo XVI debido a la circulación atlántica y mediterránea entre América, el Magreb y Al Andaluz (Juan Carvajal 2010: 195-198). La sarabanda fue incorporada entre los diferentes estratos sociales y grupo étnicos que componen las monarquías portuguesa e hispánica, y era común entre “negros” e “indios”. A su vez, la encontramos en numerosas producciones escritas como comedias, entremeses, romances y poesía erótica, piezas del entretenimiento y la comicidad popular cuyo contenido tenía una fuerte carga sexual, grotesca y satírica. En sus temas, la zarabanda podía remitir al leit motiv de la “vida buona” y remitir a espacios utópicos como Jauja o Cucaña, en una clara crítica a la vida material y sus duras condiciones (Urani Montiel 2007). Esta práctica era objeto de valoraciones negativas por parte de las autoridades monárquicas y morales aspecto que, en 1583 y 1630, se tradujo en su prohibición. Son relevantes y tempranas las críticas del Padre Juan de Mariana quien, en 1599, dedica estas palabras contra la zarabanda: “ha salido estos años un bayle y cantar, tan lascivo en las palabras, tan feo en los meneos, que basta para pegar fuego a las personas muy honestas” (Pellicer, 1804:128). Sin embargo, el baile no dejó de estar presente en comedias y festividades, muchas veces bajo otros nombres. Así lo denuncia Rodrigo 

Caro Diaz, en 1626, al listar una serie de bailes “condenables” y similares: “(…) la zarabanda, la chacona, la carretería, la japona, Juan Redondo, rastrojo, gorrona, pipirronda, guriguirigaí y otra gran tropa de este género, que los ministros de la ociosidad, músicos, poetas y representantes inventan cada día sin castigo” (Pellicer, 1804: 196). Dentro de esa lista de responsables, las mujeres se llevaban la peor condena al tener un rol predominante en el baile. De esta manera, se identificaba el carácter “deshonesto” de la danza con la naturaleza “pecaminosa” del género femenino. Así, para los moralistas el baile era iniciado por alguno de los arquetipos de mujer indeseable: una “histrionista”, según el Padre Juan de Mariana (Pellicer 1804: 128-129); una “ramera”, como refiere el romance anónimo “Zarabanda, ramera pública de Guayacán”, citado en el poema Florando de Castilla de Jerónimo de Huerta de 1588 (Pellicer 1804: 131); o una mujer “forastera”, como indica Bartolomé Azáns Orsúa y Vela en su relación sobre Potosí, en 1719 (Rossells, 2007: 244-245). Esto se ve claramente en la siguiente cita de la Philosophia Antigua poética de Alfonso López Pinciano, publicada en 1595, donde éste relata que “entró en casa de Fadrique y vio una moça de buen talle y a una vieja de feo y péssimo, que con los dos auían comido. La moça se inclinó hazia el un lado del suelo, y alçó una vihuela, començó a cantar, y, cantando, acabó uno y otro romance viejo tan bien, que el Pinciano quedó a ella honestamente aficionado; que hasta entonces parecían las mujeres, la una, una sancta Mónica, y la otra, una sancta Anastasia, pero poco después descubrieron la hilaza, como dizen, que la que parecía antes Anastasia, se trocó en Sathanás, y la Mónica en Demónica fue convertida: porque se levantó la una y la otra de la  mesa, y la moça, con su vihuela dançando y cantando, y la vieja, con una guitarra cantando y dançando, dixeron de aquellas suzias bocas mil porquerías, esforçándolas con los instrumentos y movimientos de sus cuerpos poco castos. Tal fue la disolución, que lso tres hombres, que solos eran, estaban corridos y afrentados. Los dos se cansaron de hazer mucho después que los tres de mirar.(…) (Juan Carvajal 2010: 60).

Sin embargo, a pesar de las prohibiciones y los discursos de condena moral, no se encuentran muchos casos donde haya efectivamente sido juzgada en algún tribunal. Una excepción llamativa es el caso de Pedro Trejo, condenado por la Inquisición por la escritura de la “Zarabanda a lo divino” (1556) que, irónicamente, era una pieza sacra destinada a cantarse en la Catedral de Michoacán. La letra, una celebración de Jesús, rezaba que “el creador es ya creatura”, frase que fue consideraba herética por el Santo Oficio (Juan Carvajal, 2010: 111-113). En otros casos juzgados por la Inquisición encontramos registro del vocablo “sarabanda/zarabanda” como sobrenombre o apodo de algunos/as acusados/as. Tal es el caso María del Arrabal “alias la Zarabanda la moza”, juzgada por hechicería en 1648 en Córdoba, España (AHN, Inquisición, L. 1468, fls.72-90), y Leonor Francisca, “a Sarabanda”, juzgada por el mismo crimen en 1732, en Lisboa (ANTT/Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Lisboa, proc. 9535). Encontramos otro caso similar en el proceso contra Antonio Henriquez en 1600 en Lisboa, cura acusado de dar dos misas en el mismo día en dos iglesias diferentes, apodo “o sarabanda” (ANTT, Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Coimbra, proc. 10286).


REFERENCIAS

Diccionarios
Bluteau, Rafael, Vocabulario portuguez & latino, áulico, anatómico, architectonico […], vol. 7, Lisboa, Pascoal Da Sylva, 1720. http://clp.dlc.ua.pt/DICIweb/default.asp?url=Ler&Serie=27

Real Academia Española (RAE), Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua [...] Compuesto por la Real Academia Española. Tomo sexto. Que contiene las letras S.T.V.X.Y.Z., Madrid, Imprenta de la Real Academia Española, 1739. https://apps.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle

Real Academia Española (RAE), Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso, Madrid, Joachín Ibarra, 1780. https://apps.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle

Real Academia Española (RAE), Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso. Segunda edición, en la qual se han colocado en los lugares correspondientes todas las voces del Suplemento, que se puso al fin de la edición del año de 1780, y se ha añadido otro nuevo suplemento de artículos correspondientes a las letras A, B y C, Madrid, Joachín Ibarra, 1783. https://apps.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle

Real Academia Española (RAE), Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso. Tercera edición, en la qual se han colocado en los lugares correspondientes todas las voces de los suplementos, que se pusieron al fin de las ediciones de los años de 1780 y 1783, y se han intercalado en las letras D.E. y F. nuevos artículos, de los quales se dará un suplemento separado, Madrid, Viuda de Joaquín Ibarra, 1791. https://apps.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle

Terreros y Pando, Esteban de, Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana [...], Tomo segundo (1767), Madrid, Viuda de Ibarra, 1787.

Fuentes manuscritas
“Processo de Leonor Francisca”, Arquivo Nacional de Torre de Tombo, Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Lisboa, proc. 9535, https://digitarq.arquivos.pt/details?id=2309681

“Processo de António Henriques”, Arquivo Nacional de Torre de Tombo, Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Coimbra, proc. 10286, https://digitarq.arquivos.pt/details?id=2360532

“Relación de causas de fe del Tribunal de la Inquisición de Córdoba. 1648. Procesados por hechicería: María del Arrabal -alias la Zarabanda la moza- y Francisco de Godoy”, Archivo Histórico Nacional, INQUISICIÓN, L. 1468, fls. 72-90, http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/6382404?nm

Fuentes impresas
Pellicer, Caesiano, Tratado histórico sobre el origen y progresos de la comedia y el histrionismo en España, Madrid, Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, 1804.

Bibliografía
Juan Carvajal, María Lioba, La Zarabanda: pluralidad y controversia de un género musical, México, Plaza y Valdes, 2010.

Rossells, Beatriz, "La zarabanda y la chacona de Potosí. Siglo XVIII", in: Entre cielos e infiernos: memoria del V Encuentro Internacional sobre Barroco, 2010, 243-248.

Uranl Montiel, Carlos, “Imaginando Jauja. Espacio representado y re interpretado, Actas del Congreso de la Asociación Canadiense de Hispanistas. Vol XLIII. University of Saskatchewan, 2007. http://fi,.ucalgary.ca/ACHjCongre,o_abíerto/2007/Montíel.htm